Esta es una de las preguntas más comunes y difíciles de responder para quienes no conozcan el programa del Servicio de Voluntariado Europeo (SVE) y que provoca, inevitablemente, que se produzcan malas praxis que afectan a los jóvenes que participan en el programa. En la anterior entrega de esta serie os hablamos de qué es y que aporta el voluntariado europeo a las ONGs. Aquí nos centraremos en la figura del voluntario europeo.
Qué ES y qué NO es un Servicio de Voluntariado Europeo
Como su nombre indica hablamos de un voluntariado, por lo que la persona que participa hace una actividad en beneficio de la comunidad. Las temáticas son diversas y van desde la animación en tiempo libre infantil, a la enseñanza de idiomas o de otras relacionadas con el ecologismo, la restauración de inmuebles o la ayuda a personas dependientes. En definitiva, un abanico muy amplio de posibilidades.
Lo que NO es, a diferencia del voluntariado tradicional, es una actividad que se hace o no se hace dependiendo del tiempo de la persona. El SVE desarrolla su labor en un número de horas que va de un mínimo de 25 a un máximo de 38 horas a la semana –incluyendo la formación lingüística- Esto significa que, para el SVE lo principal es realizar actividades en su organización o en otras. Es más, se conocen casos de jóvenes que han venido a desarrollar una misión o proyecto que resultaba inexistente a su llegada. Tanto la falta de actividad como la sobrecarga son preocupantes.
Qué ES y qué NO es un Voluntario europeo
Por esto, aunque en teoría el voluntario europeo tenga un horario de actividad prefijado, hay que dejar claro que NO es empleado de la organización. Esto significa que ni puede sustituir a un contratado ni su no presencia puede significar un problema para la actividad diaria de la estructura. El o la SVE siempre tiene que ir en compañía de una persona de su organización a la hora de realizar sus actividades (como por ejemplo podría ser un taller de idiomas para niños) Así, tampoco cotiza ni puede trabajar, y lo que recibe es un dinero que procede de fondos europeos.
Es verdad que no cotiza ni tampoco tributa pero NO es un becario. El programa surge como una forma de dar oportunidades de movilidad a jóvenes con menos recursos y así reforzar el europeísmo. Es cierto que hoy en día la enseñanza superior está extendida por lo que los motivos de los jóvenes para hacer el SVE van desde tener una experiencia en el extranjero, como aprender un idioma o especializarse de alguna forma en su campo de titulación. Sea cual sea la razón, hay que tener claro que los proyectos del SVE no te van a formar profesionalmente para un puesto de trabajo. Estos son más una experiencia vital y están más cerca del ámbito social. Si lo que buscas son prácticas acordes a tu formación, puedes optar por una beca del Programa de Movilidad en Formación Profesional dentro de Erasmus+ y que sustituyen a las antiguas becas Leonardo Da Vinci.
Al hablar de las becas de movilidad hay que destacar, por encima de todas, las becas Erasmus que facilitan a jóvenes universitarios la oportunidad de estudiar en una Universidad europea por un periodo de tiempo. Resulta curioso cómo quienes no conocen el SVE intentan simplificarlo con las Erasmus cuando son diametralmente opuestas.
Por un lado, el voluntario no es un trabajador pero tampoco es estudiante. La formación lingüística es fundamental para su adaptación a la comunidad pero las asociaciones no están obligadas a ofrecer una formación reglada. Sí que es cierto que si el o la joven necesitan clases, se les debe proporcionar fórmulas alternativas para su formación: clases por medio de voluntarios, intercambios, el uso de la plataforma lingüística… Muchas asociaciones posibilitan que sus voluntarios/as hagan cursos de idiomas que deben estar dentro de la jornada laboral. Aparte de esto, el participante puede formarse en otras materias ya sean curriculares o de otras materias, no sólo idiomas. Ya depende de los medios de la organización de acogida y los del propio voluntario/a.
Esto hace que haya una diferencia sustancial entre el voluntario SVE y una persona en beca Erasmus. Normalmente el SVE es una persona comprometida con su proyecto y que lo que quiere es sentirse útil en su organización. Claro que se divierte y hace fiestas pero está alejado de la etiqueta de las becas Erasmus ya que normalmente trabaja durante la semana.
Al estar en contacto con la comunidad local, hace que el voluntario refuerce su conocimiento del idioma y se involucre mejor en la vida diaria de su entorno. En todos los países existen redes para que participantes de distintas zonas de un mismo país se conozcan por lo que refuerza la esencia del programa.
Por último, cabe destacar que el SVE está disponible hasta los 30 años y en muchos casos, una persona puede comenzar su proyecto un día antes de cumplir los 31 lo que hace que se diversifiquen las edades. Si es cierto que quienes participan son gente joven, es fácil encontrar participantes españoles o italianos que rozan el límite. Esto consigue darle un toque de madurez al programa ya que muchos de estos jóvenes lo hacen como otra forma de “formación” y a causa de las pocas oportunidades laborales.
Las razones son varias y hay que tener en cuenta que los procedimientos cambian según la Agencia Nacional de cada país, que es la que regula esta actividad. Sin embargo, no todo queda en manos del voluntario y éste es solo el resultado de la colaboración de dos entidades. El ser una de ellas y disfrutar de las ventajas de tener un voluntario europeo en las organizaciones se ha facilitado y extendido gracias al nuevo programa Eramus+.
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